miércoles, 9 de abril de 2008

- Cages -


Al principio era el fin.


Muchisimo antes de que surgiera la idea de la vida, ya existia un espíritu yermo y frío.

Y en su sueño profundo y alterado, soñó un sueño que daria sentido a su existencia y, cuando finalizó el sueño, el espíritu despertó y se lo repitió a si mismo muchas veces, como para recordar todos los detalles, incluyendo la parte en que el sueño dio a aquello un nombre.
"Muerte", se dijo el espiritu, dejando que el sonido de esa palabra le envolviera.

Y así la Muerte se puso a complir aquel sueño.
Concentró sus pensamientos y los dejó volar y estallar en el interior de su cabeza. Al principio eran brillantes y llamativos, llenos de luz e imaginación, pero con el paso del tiempo se fueron amortiguando. Los colores de deslustraron, volviendose oscuros y ocres, la luz adquirió un tono grisáceo que pudrió las sienes de la Muerte.
Temiendo que el sueño no llegara a realizarse, la Muerte se cogía la cabeza entre las manos, desesperada.




Y entonces sucedió algo extraño. Del pensamineto enfermizo y deteriorado pozo de pensamientos rendidos salió la vida. Una vida sencilla y ponzoñosa, pero vida en definitiva. La Muerte cultivó a la bacteria con amor y esmero. La medró en aquel mundo sofocante, sorbiendo a la Muerte toda su energía, pero la Muerte no se percataba de ello, pues tenia toda su atención en las fracturas, multiplicaciones y fragmentaciones que tenian lugar en su interior.
Y cuando el virus se comió la ultima partícula, se quedó a vivir en el sarcófago seco de la Muerte.

Y al poco ya habia tierra y un jardín, y extrañas y hermosas criaturas cantando canciones y contando historias bajo un sol ámbar.
Pero todo tiene que dormir y, durante esas breves muertes, el sueño continúa, recordándole su principio a todo.
Al principio era el fin.
Y a veces ven más allá de las construcciones fabricadas de la existencia y vislumbran la fría cáscara de la Muerte que lo envuelve todo.

fin

Dave McKean.