domingo, 24 de febrero de 2008

Estarán.


Señoras y señores, ayer fui al campo.

Y aunque todavía no habían amapolas, ni yo llevaba coletas ni vestido rojo, fui feliz.

Noté crujir la tierra bajo mis pies, esa tierra que remueve el hombre para crear más vida aún. La altera, la destroza para obtener un interés personal, y no obstante, es lo más respetuoso que sabemos hacer con ella.

Mi perra conoció la montaña, persiguió gatos que huían a subirse en árboles, me protegió de abejorros y olfateó el aire de verdad.

Las sillas de hierro no eran las más cómodas que he conocido, pero el sol de invierno me curó un poco de las heridas de la semana.

Me pregunté el porqué del azul del cielo y de las montañas más lejanas. Y pensé que ella me podría hacer más sabia. Que allí abajo no había nada más que me enseñara. Prometí a la rama de la tomatera y al calor de las piedras que volvería.

Y de nuevo estarán ahí las amapolas. Estarán.
(perdón x mi bucolismo extremo..es lo que hay)

jueves, 21 de febrero de 2008

Se Busca




Te visito cada noche
y no puedo ver colores,
solo formas geométricas que me cuentan las mismas cosas de siempre.
Sin matices.
Tus no colores me desubican,
hacen que las cosas pierdan consistencia.
Sin color...Sin sabor.
Te visito cada noche porque espero una nueva forma que me invite a colorear tu existencia.


sábado, 16 de febrero de 2008

Mis pies sostienen mi mundo




Mis pies sostienen mi mundo.
Acarician por igual arena, madera o frio mármol.
Reposan sobre mimbre, hierro y hormigón.

No pueden crecer más, y si lo hicieran
seria una persona más fascinante todavía de lo que soy.

Mis pies han cambiado conmigo,
han andado lo que yo he querido
y lo que no también.
Se han hecho conocedores de nuevas caricias
y agradecen cuando recuerdas su existencia.

Ellos trabajan y callan.
Aunque preferirían andar descalzos más a menudo.
Lo sé porque me lo cuentan cada noche,
cuando mis dedos los surcan con cuidado de enfermera.

Mis pies sostienen mi mundo
cuando todo parece que se desploma.





martes, 12 de febrero de 2008

Dulces Sueños




I Lived In the Moon

lunes, 11 de febrero de 2008

Diagnóstico







Hay una proteína que me falta entre las conexiones neuronales que hacen que mis ideas no queden fijas en mi cerebro. Aparecen, resultan geniales y abandonan su sitio porque no recuerdan los motivos que les hacia ser tan geniales.

El médico me ha dicho que eso no duele, aunque a veces creo que anda equivocado en sus teorías.

El médico me ha dicho que he de aprender a vivir con ello, igual que un sordo no canta y un bizco no seduce con la mirada.

La gente que me rodea cree en mi genialidad, pero me otorga la medalla de pobre chica. Y estoy ya cansada de ir con la cabeza cabizbaja del peso de los trofeos que no se muy bien cómo pararon ahí, si nunca he tenido la impresión de haber ganado nada.

Nunca he tenido esa proteína, por eso no puedo echar de menos algo que nunca he saboreado y que mi organismo no ha hecho funcionar jamás. Es como pedirle a un psicópata que sude cuando esta pensando en matar. Es como echar de menos el rabo ancestral que nos proporcionaba un extra de equilibrio en esta vorágine llamada vulgarmente vida.

Es de noche.
Y solo espero que nadie se haga preguntas, cuando no existen las respuestas.


sábado, 9 de febrero de 2008

- Gracias vecina.-



Hace unas noches, cuando repetía mi mecánica rutina de cerrar el dia, me encontré una araña detrás del cristal de la ventana de la habitación.

Una araña pequeñita, pero sabia y antigua. Una araña no de esas que nacen de la nada de patas largas y cuerpo ínfimo, una araña que tenia su integridad arácnida en toda regla.

Siempre me han dado grima, bueno no, hubo un tiempo en el que con eternas costras en las rodillas me agachaba a recogerlas y divertida les arrancaba las patitas, dejándoles solo una. Experimentos de científica enana, supongo.

Pero mi encuentro con ella me reconfortó. Seguramente ella y todos sus antepasados han vivido tras esa persiana, ajenas a todo, felices en su vida oculta e inmenso territorio, incluso muchísimo antes de que yo apareciera detrás de ese cristal.

Y se había asomado para mí. Para que la viera. Para que no me encontrara tan sola. Para que por un instante olvidara dónde estaba, cuál era mi situación y mi lugar en el mundo. Para transportarme unos segundos a la montaña, dónde su presencia no me hubiera impresionado.

Esa noche tras los párpados cerrados mi mente respiró mejor.
Hecho de menos una vida que no es mía.

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