domingo, 23 de agosto de 2009

El Silencio de los Conejos Rosas


Hoy me he despertado en el tren notando como una explosión de saliva penetraba en mi boca entreabierta. Un vagabundo tosía a veinte centímetros de mi cara.
He deseado que la humanidad muriera en manos de un coloso de inocencia y que nada quedara vivo, ni tan solo la pena.