jueves, 12 de diciembre de 2019

Yo no tengo pueblo

Yo no tengo pueblo.

El abuelo de mi padre vendía carbón en el barrio chino de Barcelona. Su padre fue chófer allí hasta que perdió un ojo. De los orígenes de su madre sé poco, solo que tenía familia que se dedicaba a la política y parte de su infancia se la pasó en Francia exiliada.

De parte de madre, mi abuela era de familia rica con varios negocios en las afueras de Barcelona.
Lo más parecido a pueblo  es Albocasser, Castellón  de donde vino mi abuelo materno donde su familia tenía una fabrica de miel. Aunque solo fuimos una vez,   yo  con apenas 12 años ya fui consciente del ambiente puritano, conservador y sofocante del cual  mi abuelo huyó y del cual yo no quise volver.

Ahí estaba yo, completamente desapegada  y huérfana de una historia plena de costumbrismos mágicos que era como yo idealizaba la vida en una aldea. Envidiando a la gente que se iba al pueblo  en vacaciones.
Me dedicaba mucho a viajar por España seguramente buscando esa sincronía.


Y aquí es donde entra mi águila, aunque ni siguiera sea de la familia. Es un quebrantahuesos.

Fue en el viaje a los pirineos oscenses.
Una naturaleza vasta y omnipotente me golpea sacudiéndome por dentro. Montañas y bosques me ubican en el mundo. Fauna y flora se exponen a mi sin tapujos.
Y en el cielo, el vuelo del quebrantahuesos bajo y lento, con pleno dominio del viento , su silbido largo y penetrante  se expande por la inmensa amplitud de los valles y me canta como un mantra que ese es mi sitio.

Debo puntualizar para que comprendáis la magnitud del momento místico, que he estado en parques nacionales de Estados Unidos y que por lo tanto no era que estuviera impresionada tanto por lo que veía, si no por lo que sentía.

Al volver a casa, mi madre me comenta que su madre nació allí. Fue por accidente pues estaban de viaje haciendo una visita de trabajo en una presa que estaban construyendo.
Ese era el dato que necesitaba para hacer encajar las piezas de mi conmoción. Para dejar de experimentar esa sensación de desarraigo que jamás pude compartir por ser consciente de que era completamente irracional. Y aunque sigo sabiendo que es extraño agarrarse a ese hilo de coincidencia lo necesito, como  ese ave necesita a las montañas.