Llevabas muerta cinco días.
Hacia cinco noches que habías decidido volver.
Lo que no sabíamos es que habías vuelto para despedirte.
A todos nos sorprendió tu energía y hambre por el mundo, después de todo lo que había pasado, después de la digestión funesta del accidente. Pero sonreías y querías ir a emborracharte.
Me dijiste que habías perdido el miedo, que el miedo era lo que te hacía llorar, lo que te agarraba del cuello y te asfixiaba. Brindaste porque ya habías comprendido la lección que te había conferido el dolor.
Te apostaste con los borrachos del bar que eras capaz de mutilarte un trozo de dedo. Y allí mismo te lo seccionaste. En tu cara no había rastro de dolor. Solo de compasión por los demás por no entender la mutación que el horror había hecho en ti.
En mitad del asombro, te seccionaste otro dedo.
Y luego otro más.
jueves, 22 de enero de 2009
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1 comentario:
te leo y te vuelvo a leer.
qué es lo que pasa?
un millón de conclusiones, significados y dualidades a la enésima potencia.
sucede a veces.
dejo volar la imaginación...
y al rato ya estoy de vuelta.
salud-saludos
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