miércoles, 22 de abril de 2009

Canto a mí mismo.
Walt Whitman.


(...)
Oh corcel de gran belleza,
sobervio y que responde a mis caricias,
la frente altiva y abierta,
las extremidades relucientes y ágiles,
la cola larga hasta barrer el suelo,
la nobleza brillándole en los ojos,
finas orejas, de movimientos flexibles.

Dilata la nariz al sentir mis talones,
se estremecen de gozo sus miembros
perfectos cuando lo galopo.....

Sólo te cavalgo unos minutos, corcel,
y te abandono.

¿Para qué me hace falta tu paso veloz,
si yo lo supero?

Aunque esté sentado o de pie,
corro con mayor rapidez que tú.

2 comentarios:

Vond dijo...

Cuando era pequeña era lectora más voraz que ahora.
Leía libros de adultos con la inocente picardia de una niña que cree saber mucho de la vida.

Siempre es bueno releer al bueno de Whitman, para sonreir de medio lado.

Anónimo dijo...

yo también.
cuándo se sabe mucho de la vida?
hay momentos en los que creo estar más confundido que nunca... hay...

salud-saludos