Tu cabello son anillos.
Son tifones.
Remolinos de aguas oscuras que prometen
(que no amenazan)
a llevarte al fondo del mar.
Son telaraña enmarañada.
Tus rizos de hombre que fue un niño
y lo recuerda,
un nido de pájaros, mullido para acoger y proteger.
Mis dedos son surco y maquinaria.
Son calor buscando madriguera.
Las yemas de mis dedos,