domingo, 6 de septiembre de 2009

Los del chubasquero...




Hay un chico en la mesa más retirada del bar. Dice que es escritor. Bebe cerveza negra. Le pregunto donde está el lago. Me lo indica con torpes palabras en mi mapa arrugado. Viste gabardina oscura y tiene la mirada anciana aunque no debe tener más de treinta y cinco años. Es muy amable, aunque no sonrie.
Me cuenta que en el lago habitan ángeles, que usan chubasqueros, que están ahí para escuchar tus pensamientos bucólicos, que recopilan informaciones de las mentes inquietas.
Pienso que son un pueblo tan curioso como afortunado, no obstante cambio de opinión en mi idea de visitar el lago. Mis pensamientos, esos que no se escriben, son míos y podrían alterar el orden celestial.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

surrealismo cautivador.

lo leí muchas veces y me encantó. mucho.

recuerdos.

que historia... dijo...

A orillas del lago, camara en mano, intentando cazar alguna idea de vond, "a ver que tiene esta mujer en la cabeza", me encuentro que no dejó ningun recuerdo entre las aguas. Sorpresa la mia, al revelar las fotos y encontrar la pantera rosa destripada, un billete de tres mil euros y dos tetas gigantes, todo ello flotando en el agua.

Que cosas piensa la gente...

A ver si hablamos algun dia, que hay que intercambiar excesos de vida.

Cuidese señorita...

Anónimo dijo...

un placer caer en tus letras un sábado por la noche en el que no se sale. Me gustan tus "alicias".

nano

Anónimo dijo...

Algún día cuando dejen de darme electroshoks de incompetencia me gustaría poder expresarme así :P..
Siempre caigo fascinada ante tus relatos.

esos pensamientos que no se escriben...
como a mi se me atrofia el seso y me olvido de mis transparencias decidí recordármelo en la secundaria escribiendome en las muñecas shh its a secret todas las mañanas tanto que se me quedo grabado en la piel justo encima del corazón.
y despues mi madre dice que la gente sufre de afecciones cardiacas por no saber controlar las turbulencias emocionales de esas cosas que no se le cuentan ni al espejo para no alterar el orden celestial.