sábado, 9 de febrero de 2008

- Gracias vecina.-



Hace unas noches, cuando repetía mi mecánica rutina de cerrar el dia, me encontré una araña detrás del cristal de la ventana de la habitación.

Una araña pequeñita, pero sabia y antigua. Una araña no de esas que nacen de la nada de patas largas y cuerpo ínfimo, una araña que tenia su integridad arácnida en toda regla.

Siempre me han dado grima, bueno no, hubo un tiempo en el que con eternas costras en las rodillas me agachaba a recogerlas y divertida les arrancaba las patitas, dejándoles solo una. Experimentos de científica enana, supongo.

Pero mi encuentro con ella me reconfortó. Seguramente ella y todos sus antepasados han vivido tras esa persiana, ajenas a todo, felices en su vida oculta e inmenso territorio, incluso muchísimo antes de que yo apareciera detrás de ese cristal.

Y se había asomado para mí. Para que la viera. Para que no me encontrara tan sola. Para que por un instante olvidara dónde estaba, cuál era mi situación y mi lugar en el mundo. Para transportarme unos segundos a la montaña, dónde su presencia no me hubiera impresionado.

Esa noche tras los párpados cerrados mi mente respiró mejor.
Hecho de menos una vida que no es mía.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre que pienso en arañas recuerdo Lullaby de The Cure, bueno, y la película Spider de Cronenberg y también la escultura Mamá de Louise Bourgeois... al final resulta que tengo más arañas pululando en mi cabeza de las que yo creía.

Vond dijo...

:)