Alicia comenzaba ya a agobiarse de estar sentada sin hacer nada. Hacía calor y el culo se le había quedado pegado al poliéster del asqueroso sofá.
Emilio le ofreció el último tiro. Al levantar un poco la cabeza los músculos del cuello hicieron un esfuerzo sobrehumano, inspiró y dejó ir un sonido que podría llegar a ser o bien una risa o bien el quejido de una vaca pariendo.
Esa droga le dejaba totalmente insociable. Estaba él, pero como no existiera, ya volaba, y pensó el mejor modo para distraerse.
Se preguntó si valía la pena levantarse del sofá, y asomarse por la ventana que daba al patio interior de la manzana. Le gustaba mirar y tenía ya una historia imaginada de todos los habitantes de esas habitaciones iluminadas; cuando de pronto, vio a un travesti vestido rollo conejita del playboy saliendo del lavabo.
No le extrañó verlo ahí, ni siquiera le extrañó oírle decir, como si hablara consigo mismo, como si ese fuera su lavabo, como si esa fuera su casa, como si no hubiese advertido su presencia:
¡Oh my God! Voy a llegar tarde!!.-
Si hubiese podido reflexionar sobre aquel asunto, se comprendería que se hubiera asombrado, pero en ese momento le pareció algo totalmente natural. La conejita empezó a rebuscar entre la mierda de la mesita del comedor y cogió la cajita de los porros con la estupenda pegatina de “Carmina Ordoñez forever” y salió presurosa de casa. En ese momento se levantó de un salto, pues jamás había visto cosa semejante: un travolo vestido de coneja que le robara las drogas delante de sus narices.
Llena de curiosidad y no ira como sería lo normal en ella, llegó justo a tiempo de verla abrir la puerta del ascensor y saltar dentro.
Sin pensarlo ni un minuto Alicia entro tras ella. Pero allí no estaba el ascensor, solo el hueco profundo y oscuro. Y cayó al vacío…
1 comentario:
hola que tal?
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