lunes, 8 de diciembre de 2008

Amadora.
La cabeza náufraga.




Lo que más asco me da, es su pelo.

No soporto que rocen mi piel esa clase de cabellos. Me dan grima, me recuerda a lo mísero y feo que puede llegar a ser el mundo.

La habían comprado en un mercado de gitanos en Portugal. Estaba incluso más sucia que ahora, aunque eso es incomprensible, pues nunca le había limpiado la cara. Seguramente el recuerdo se ha difuminado con el entorno.

Allí, sobre una sábana roída aunque de inmensa calidad, yacía ella. También habían otros cachivaches. Una llamativa caja de música. Una colección de nudos marineros enmarcados. Unas libretas escolares usadas con el espiral de metal retorcido de forma amenazadora. Habían llaveros, vasos y fotografías de antiguas vedettes.
Pero ella, Amadora, les susurró con su boca aplastada contra la sábana.
Y se la llevaron a casa.

Al principio la convivencia fue fácil e incluso normal. Parecía que le complacía su nuevo hogar. Podía ver los balcones ajenos y las coladas ajenas.
Pero un día, tras llevarnos a la actuación más sórdida que hemos tenido nunca, show que quiso presidir personalmente sobre una mesa en mitad del escenario, desapareció.
No nos atrevíamos a imaginar qué había pasado. No preguntamos. No esperamos su vuelta.


Ayer, apareció escondida en un sombrero de copa. Nunca nos explicará nada. Nunca sabremos por qué se fue y por qué quiso volver justo un año después.
Ahora solo sabemos que le gusta ponerse máscaras de vez en cuando y mirarnos en su estante sobre el televisor.



1 comentario:

Anónimo dijo...

:)
Bueno en realidad, no dije que verdaderamente fueras un adolescente, es simplemente que pareces ser una de esas personas que no permite que este mundo envenene su esencia con el correr de los años, tenes la cualidad de mantener tu alma tan joven, como la de una nueva adolescente, yo en lo personal pienso, que a pesar de que no sea algo bueno todo el tiempo, es un tesoro hermoso. Son aquellas epocas en las que uno desearia poder detener el tiempo, donde las sensaciones se agudizan, donde todo es nuevo. Yo te veo de esa manera, como una gatita intrépida aún sorprendiendose por las hojas que el viento hace volar y maravillandose con la vida como pocos pueden hacerlo.

Te mando cariñosos saludos vondita.

Eve