sábado, 4 de enero de 2025
Les bruixes es pentinen
domingo, 8 de diciembre de 2024
jueves, 24 de octubre de 2024
Poetisas
Poetisas.
Chicas jóvenes que recitan en bares frecuentados por jóvenes intelectuales y hombres mayores, flacos, devotos del sexo tántrico. La sala estaría envuelta en humo neo burgués, de no ser por las leyes que prohíben el romanticismo del tabaco.
Recitan sexo con blusas sin sujetador. Intensas. Se sienten cómodas en el escenario, bajo las luces, dueñas de sí mismas, seguras de su palabra.
Poetisas sexys. Poetisas jóvenes.
A la gente le gusta escuchar poesía de los labios de las chicas jóvenes sin sujetador. Con pasión por la vida, por sus cerebros, por la imagen que tienen de su propia proyección.
Poesía fresca con fecha de caducidad.
domingo, 20 de octubre de 2024
Ventajas de viajar en tren
"—Yo vivo sintiendo como que me han metido un aspirador de almas por el culo, Laura—.
Ella me mira y veo que es capaz de entender perfectamente ese sentimiento aunque jamás lo haya vivido.
Con pausas amables, hablamos, desgranamos, compartimos y nos comprendemos. Las mujeres podemos hablar durante horas, explicarnos las mismas cosas y escucharlas con comprensiones diferentes.
Me hace pensar en J, que acaba de volver de Cabo Verde. Contaba en voz alta, entre risas compartidas, que había sido un aburrimiento. 'Es que iba con mi novio', se justificaba, como si el hastío fuera un delito que tuviera que explicar. 'Demasiados días y demasiadas pocas cosas que hacer… Si hubiera ido con una amiga, al menos habríamos llenado el tiempo hablando'.
Nadie conoce a ese novio-amigo, el alma gemela, la media naranja. Todo el mundo tiene a su pareja a secas, sin expectativas ni etiquetas, y luego se queda insuficiente. Los novios se aburren en Cabo Verde.
Recuerdo todo esto mientras viajo en tren. Llevamos una hora y media de retraso. Es exasperante. Es exasperante lo civilizados que vamos todos en nuestros asientos, con el coxis adormecido. Pienso que deberían darme la nacionalidad suiza; adoro la puntualidad y las ardillas, como si ambas fueran sinónimos de un mundo en orden, un lugar donde todo funciona como debería y las cosas pequeñas tienen sentido.
Pero claro, la realidad es otra. En lugar de la puntualidad suiza, lo que tengo es un tren detenido en medio de la nada y una larga espera para llegar a donde se supone que debería estar. Así que, para no dejar que el enfado me retuerza el estómago, me refugio en mis libros.
Tengo una nueva filia literaria. Los libros que me atrapan de verdad son los de mujeres mayores de cincuenta. Ese es mi rollo. Mujeres que analizan su presente con una lucidez brutal, que renuncian de forma consciente a idealizar el pasado y que, por decisión propia, ignoran el futuro. Me aportan, me enseñan más que cualquier otra cosa que haya leído en años.
Me hacen reflexionar en que antes el futuro era brillante, prometedor, una plataforma amplia donde ir depositando sueños. Ahora es una cornisa estrecha donde sentir vértigo. Un demonio agazapado donde no quieres mirar. Y te chista: 'Psee, psee'. Te recuerda que está allí, y si lo tienes en cuenta, hace que bajes la cabeza y mires dónde pisas, perdiéndote lo que está frente a ti.
También veo porno, con cuidado, para que la gente de alrededor no se dé cuenta.
El porno me calma. Me calma la mente más que un disco de Jay-Jay Johanson.
miércoles, 18 de septiembre de 2024
Lo que merezco
Hoy he sentido tu vacío.
He probado lo que serían mis días sin ti, y he recordado la vida que tenía antes de que llegaras.
Hoy he deseado volver en el tiempo, regresar donde me crié, esa ciudad a la orilla del río y entender, de verdad, que el agua nunca se detiene y que su flujo constante es lo único que impide que el pensamiento se estanque.
Hoy siento que merezco vivir otra vez cerca del río, comerme siete piedras tan grandes como melones galos y agacharme a beber de rodillas, y que alguien me de una patada en el trasero haciéndome caer, y acabar ahogada en medio metro de profundidad.
lunes, 9 de septiembre de 2024
El Hospital
Mis padres acaban de morir.
Los dos, a la vez.
Han muerto en un accidente de tráfico en el que no ha quedado nada que identificar.
Jamás pensé que sería así.
Pero tampoco pensé nunca que lo harían plácidamente en su cama conyugal.
Durante toda su vida han pasado inmensurables horas en hospitales públicos por sus diversas dolencias: hernias, ulceras, derramamientos de retina, depresiones, roturas, tumores, trasplantes, diálisis. Así que, siempre había proyectado que el final seria unos interminables días en un hospital. Y la vida me ha arrebatado a mis padres, pero no me puede arrebatar la idea que tenia para acabar con ellos.
Inmediatamente después de que me dieran la noticia, de forma mecánica, me he preparado una bolsa de deporte con cuatro cosas y me he subido al hospital universitario más cercano. Tiene un parking enorme en lo alto de una colina y vistas a un crematorio y funeraria.
He entrado y observando con calma la sala de admisiones, he decidido subir en el ascensor a un ala donde hay habitaciones de ingresos. Hay una sala de invitados con sillas, una papelera y una maquina de bebidas y chocolatinas que no necesito pues llevo mi propia comida. Una pequeña ventana a nada interesante.
He pasado ahí toda la tarde escuchando el ruido blanco de las maquinas expendedoras.
Por la noche para no llamar la atención he ido por las diferentes plantas a intentar dormitar sentada en las sillas de la zona de los ascensores e incluso he hecho pequeñas visitas al bar. También he salido fuera a estirar las piernas. Te cruzas con otros familiares, igual de afligidos y compartes ese espacio con profundo respeto. Unos lloran, otros miran con ojos cristalizados.
Yo empatizo con ellos. Ellos conmigo. Somos camaradas del dolor. Aunque mi aflicción la pongo en un peldaño más abajo que las suyas sin conocerlas. Porque yo soy una farsante en ese lugar aunque ellos no puedan sospechar nada.
Todo esto me ayuda a disociarme, a pensar que nada ha ocurrido, a que solo soy una actriz metiéndome en el papel de una chica que está a punto de vivir la muerte de sus padres. Pero no. No es bien bien así. Y como la situación es tan surrealista pero a la vez tiene todo el sentido del mundo para mí, pensando pensando se pasan las horas y se cambia el foco de la realidad. Nada está pasando, ni siquiera lo que ya pasó. Se me pasa por la cabeza que todos con los que me cruzo también han venido al hospital a huir de la verdad.
Cuando la mañana llena el ambiente de ruidos cotidianos, carritos de desayunos, parloteos de gente sana intentando animar a los enfermos; me he envalentono a pasear por los pasillos de las habitaciones. Poco a poco. En cada puerta medio cerrada, se vislumbra pequeños retazos de vidas siempre tristes. Zapatos negros, pantalones grises, bolsos baratos colgados en sillas, revistas del corazón y crucigramas para pasar el tiempo porque poner la tele no es gratis.
Cuando acabo mi ronda vuelvo a mi sala de espera. Allí espero.
Espero sola o con otra gente que también espera sola.
Pasan los días.
Solo por las noches hay una pequeña variación de iluminación. Dos estados lumínicos. La temperatura es la misma. Los sonidos siempre los mismos. Todo el hospital deviene un gran ruido sordo. Una cáscara vacía de vidas que ya poco importan. De dolores, grandes dolores tanto físicos como emocionales que allí coexisten de una manera absolutamente civilizada.
En algún momento me cansaré de estar allí, de no dormir, de esas sillas y ese sinvivir. Me irritará en sobremanera tener que pedir a recursos humanos más tiempo, de pensar excusas para cuando vaya a mi medico a alargar la baja. Me asqueará comer bocadillos fríos y tiesos. Me cansaré de mi misma y de ese hospital universitario de infraestructuras baratas.
Solo así podré irme de allí y desearé poder despedir por fin a mis padres que no se merecen estar más allí.
domingo, 30 de junio de 2024
Como pez fuera del agua
Avanza por encima del mar un pez de un poco menos de dos metros, transparente y viscoso.
No puede respirar.
No puede respirar.
Boquea al aire. Empuja con sus aletas la humedad queriendo meterla en las branquias.
Con la musculatura del lomo intenta arquearse hasta el agua. Está a escasos metros ahí abajo. Pero su cuerpo y el mar son como dos polos magnéticos opuestos (la verdad es que siempre lo fueron).
Intenta pensar qué siente.
Se siente ridícula, sola, utilizada, triste, frustrada.
Contrariada.
Siente que le va a reventar su pequeño y feo corazón por la presión.
Siente la sangre nerviosa y ácida resbalando debajo de sus escamas.
Siente dolor en todos los pliegues del interior de la boca de la tensión.
Quiso salir del agua y se sintió especial por haberlo hecho. Pero, por qué no podía pensar en las cosas esenciales de la vida como todo hijo de vecino. Cosas tan básicas como que era un pez.
Y los peces no pueden hacer según que cosas. Eso lo sabe todo el mundo, incluso ella lo sabía, pero saltó hacia afuera quedándose suspendida en su puta fantasía.
Y ahora no puede respirar,
y boquea angustiada, mirando con los ojos bien redondos hacia el mismo sitio de siempre.
Un punto indefinido y eterno entre el mar y el cielo.
martes, 14 de mayo de 2024
Tachan
Tachan.
Ha hecho aparición en el teatro Real de mi lóbulo frontal, una nueva idea.
Es una idea colosal. Con una fuerza desmesurada. Tiene hasta demasiado carisma que no sé si eso se ha dicho jamás de ninguna idea. Corre el riesgo incluso de caer mal.
Como la artista más importante de un circo, está ahí plantada con los brazos en jarra. Orgullosísima de ser.
Agudiza la vista entrecerrando los ojos para poder ver más allá del deslumbramiento de los focos, allí donde la oscuridad de las gradas es densa.
No puede ver sonrisas, ni caras de empatía, solo ve cogotes y melenas.
El publico le ha dado la espalda.
sábado, 30 de marzo de 2024
Más de 100 latidos por minuto
Estoy a punto de llegar al orgasmo. Lo cabalgo. Me doblo sobre mi misma mucho para acercar mi pómulo a su pecho.
Siempre repito la misma fórmula.
Primero lo hacía por el ángulo que adoptaba mi cuerpo, para forzar un roce allí donde era irresistible. A base de repetir lo que más me gustaba, aprendí a entrelazar la sensación torrencial de mi flujo y mis espasmos con el sonido de su corazón acelerándose.
Con el tiempo, perfeccioné esa parafilia concentrándome más en sus latidos. Mi clímax iba aumentando a partir de escuchar como bombeaba sangre.
Sin ser consciente de lo que iba pasando, dejé de
prestar atención a mis reacciones fisiológicas, a como el vaivén carnal lograba
hincharme por dentro hasta conseguir el relámpago de placer. Solo mi oído
completamente concentrado en su corazón. El orgasmo venía igual.
Siempre.
Poco a poco, correrme dejó de ser importante.
Me obsesioné hasta tal punto que a veces llegaba a casa e iba directa a
abrazarle para posar mi cabeza en su pecho izquierdo. Ya no le daba besos. Solo
quería escuchar los latidos como una adicta a la heroína.
Ya no había sexo. Nada era mejor que esa paz y esa calidez en mis entrañas
que sentía cuando me acercaba a su eterno compás.
Pum...Pum...
Pum...Pum...
Pum...Pum...
Durante la primavera caí enferma y él, paciente y
comprensivo, se pasaba horas estirado en la cama apaciguando mi ansiedad con la
cadencia de sus palpitaciones. Sus latidos me calmaban, me daban un ritmo, me
daban sentido y estructura.
Solo necesitaba eso de él.
Al año me acabó dejando. Aunque me doliera la separación, debía reconocer
su acusación de que se había convertido en un hombre a un corazón pegado.
Pero queridos, el mundo estaba lleno de ellos.
Me instalé algunas aplicaciones de citas y me
zambullí en el mar de posibilidades que nunca antes había pensado que
existiera. Aprendí mucho para poder degustar todos los platos de la
carta.
Normalmente, el corazón late entre 60 y 100 veces por minuto. En las personas que hacen ejercicio habitualmente o que toman medicamentos para reducir el ritmo cardiaco, la frecuencia puede caer por debajo de 60 latidos por minuto. Si su frecuencia cardiaca es rápida (más de 100 latidos por minuto), se denomina taquicardia. Una frecuencia cardiaca de menos de 60 se denomina bradicardia. un latido cardiaco adicional fuera de ritmo se conoce como extrasístole. Las arritmias pueden suceder por enfermedades cardiacas, por una válvula anormal, o por anomalías electrolíticas en la sangre, por ejemplo, un nivel bajo de potasio.
Seleccionaba a mis amantes según ejes temáticos que detectaba en las conversaciones previas de cortejo. Podían apetecerme tíos estresados que me revelaban que estaban pasando por una época de crisis de pánico tanto como tíos muy enganchados a la cafeína y/o a la nicotina. Los sábados lo que me ponía era localizar en la discoteca a los adictos de cocaína, metanfetamina u otras drogas estimulantes. Entre semana me servían los que tomaban medicamentos descongestionantes, como la fenilefrina o la pseudoefedrina. Buscaba a tíos recién salidos del gimnasio, pero también de igual forma a los que tomaban pastillas para adelgazar. Y si alguna vez alguno pretendía anularme la cita por encontrarse mal, insistía en preguntar si tenía fiebre, y si era así siempre iba a su casa a yacer junto a él.
Todas y cada una de estas variantes eran súper estimulantes en mi escucha activa de sus corazones. Me gustaba detectar las anomalías, los matices. Ellos nunca sospechaban nada. Yo solo me los follaba en posturas que me permitieran llegar a sus latidos.
En un principio tuve la decencia de disimular mi poco interés por el resto
de persona que venía a la cita. Les sonreía y escuchaba y forzaba el irnos a la
cama en busca de esa intimidad que por desgracia solo se podía llegar
fácilmente a través del sexo. Luego me cansé de impostar mi cortesía e
iba directa al grano.
Este mes he conocido a Miguel. Es administrativo en recursos humanos de mi
empresa. Tiene obesidad mórbida. Semanas atrás empecé a pasarme durante
los almuerzos por su departamento con cualquier excusa para excitarme
imaginándome su enorme corazón de ballena. Hemos conectado. Él no tiene interés
en el sexo, tiene miedo de morir en un infarto de miocardio. Solo me pide que
esté desnuda cuando me acerco con los ojos desorbitados de entusiasmo a
escuchar sus latidos tensionados, generosos, inacabables.
martes, 30 de enero de 2024
Dentro del bolsillo de la noche hay un chico que sueña.
Con la humedad
de sus sueños, fabrica un mar.
Un mar donde se
teje la historia de su mundo oculto.
Un mar con olas
como lenguas que lamen los bordes de la realidad.
Un mar de
deseos.
Lleva años
ensimismado con ese mar al que quiere volver cuando es de día; cuando el espejo
del mundo le recuerda que no es un chico; cuando recuerda que por la mañana, el
soñar duele.
Antes de que
pueda preverlo, una noche
se da cuenta que
no tiene donde asirse a la realidad.
Sus sueños
placenteros ahora se arremolinan amenazándolo a llevárselo a un sitio profundo
donde habitan la Nada, la Verdad y la Soledad en compañía.
Las aguas le
llegan hasta el cuello y tiene miedo que las tres se le metan dentro por la
boca.
Ya no quiere
respirar.
Se encuentra
perdido y agotado de chapotear en la inmensidad de sus líos.
De repente,
en medio de la
oscuridad de sus noches,
se acerca una
lucecita.
Es un pequeño
faro en una barca blanca.
Tiene el nombre
de Anna escrito en la popa.
La barca le
dice:
-Sube, llevo
mucho tiempo sin escuchar cuentos hermosos de marineros".
Y él, empapado
de sus sueños,
descansa por fin
tranquilo con los pies descalzos sobre la barca,
sin miedo a hundirse.
Sin miedo a nada.
domingo, 24 de septiembre de 2023
La ballena
Me subes al lomo de una ballena y de esta forma cabalgamos sobre ella en un mundo que no es el nuestro, que es el de ella.
Tomamos consciencia que somos seres deseantes y pero también objeto de deseo.
El recuerdo utiliza montajes de grabación invertidos y poéticos, de golpe soy una niña en un parque despreocupada por las posturas que reproduce mi cuerpo y en otro momento, soy una mujer lasciva consciente reflejándose en los cristales de un escaparate del sexo.
Tiemblo.
De golpe el cielo asfixia porque se nos ha olvidado respirar, al rato nos hurgamos curiosos las respectivas branquias.
Debajo del agua todo es más complicado pero volvemos siempre que podemos a chapotear.
jueves, 14 de septiembre de 2023
Soy rica en sonrisas
Ojalá que cuando las nubes vengan, pueda canjearlas por todas las sonrisas que me has hecho dibujar. Porque los recuerdos que ocultan cada una de ellas, son un botín, lo más valioso que me queda.
Ellas han aparecido en el momento que menos me esperaba, sin aviso alguno. Y me he vuelto una experta en acumularlas, pero...tengo que estar siempre consciente y alerta. Revolotean cerca de mis comisuras, como hadas empolilladas y he de ir rauda a a atraparlas con la boca, desgarrarlas , triturarlas y engullirlas, para que no se marchen nunca de mí.
Desgraciadamente, no puedo presumir de mi botín, así que he creado a su imagen y semejanza unas más secretas. Les llamo micro sonrisas. Me sirven como plaquetas. Hacen cicatrizar las pequeñas heridas viejas y nuevas del día a día.
Pero la verdadera misión de estas micro sonrisas es aferrarse con uñas y dientes, con todas sus fuerzas, desesperadas, al recuerdo de las sonrisas nodrizas. Como en el juego de arrancar cebollas, no vayan a despeñarse al pozo del olvido.
Mis sonrisas, mis riquezas, son una luz cegadora, una fuerza desconcertante. Pero a la vez, sonrisas que cada día, al despertar, cuando abres un ojo y todavía no has abierto el otro, te susurran que estés alerta, pues un día ya no pueden estar.
lunes, 11 de septiembre de 2023
Maternidad
Mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama,. mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama,, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama, mama.
Soy Jack Torrance.
sábado, 9 de septiembre de 2023
Cosas de adultos
Resulta que ahora era adulta.
Y tenia que hacer cosas como tal.
domingo, 27 de agosto de 2023
Fenaquistoscopio
Ellos eran creadores de mundos.
Se encerraban en las golfas de las casas y, mientras comían jamón del bueno y queso del regular sobre la cama, hacían que el mundo que veían los demás dejara de existir.
El tejado de barro y las vigas de madera desaparecían sobre sus cabezas y aparecía un cielo nocturno de color azul brillante con constelaciones en movimiento.
- Fe-na-quis-tis-co-pio-.
Ella chasqueó la lengua a cada silaba de la nueva palabra que él le había regalado esa noche y entonces, las estrellas comenzaron a moverse lentas, dando vueltas por la cúpula celeste.
A cambio de ese juguete óptico, ella le explicó historias moviendo las constelaciones cual títeres convirtiendo el techo en un retablo de las maravillas.
Agacharon la cabeza para que la gran osa blanca que paseaba perezosa con su osezno detrás no les llenara la cabeza de escarcha. Cuando pasó a explicar la historia de Casiopea, le pidió a él que creara a Ceto pues siempre imaginaba los mejores seres deformados, ella solo los soñaba.
Y conforme avanzaba la historia y la habitación se llenaba de amazonas, andrómedas y cisnes titánicos, ellos tenían cada vez más ganas de estar solos los dos otra vez, así que mandaron a la protagonista a permanecer con la cabeza fuera del tiempo, como dioses que jugaban a ser, y las tejas y las vigas volvieron a darles cobijo de madriguera.
Como siempre, sus cuerpos se encendieron para apagar sus mentes.
Para hacer descansar el mundo.
jueves, 24 de agosto de 2023
Verano del 23
Tú y yo vivimos enredados y hundidos.
Todo es agua y todo es espejo.
Enredados en posidonias que danzan lentamente,
hundidos en sueños inducidos por apneas.
Estoy en el punto más alto de la ciudad sumergida
y me lanzo al vacío. Y vuelo, que es nadar sobre ésta.
Y luego me besas y me abrazas con brazos que ya no son brazos,
son algas. Como mi pelo.
De esta manera pasan las tardes de verano.
Nos queremos lamer la sal,
nos queremos enredar y hundir
donde todo es agua y todo es espejo.
domingo, 2 de julio de 2023
Dame tres palabras y te hago un cuento.
La niña, que ya no era una niña y era más una adolescente, se aburría mucho cada vez que llegaba verano y la enviaban dos meses al pazo de su tía abuela. Era una casa grande y vieja como su tía abuela. Era aburrida y anodina, como su tía abuela. Eran días eternos y polvorientos como su tía abuela.
Tenía que despojarse de su increíble chupa de piel con el parche de tigre cosido en la espalda con el que ella se había labrado una personalidad, ser popular entre los chicos y chicas de la ciudad, cosa que no era nada fácil; y pasar todo el verano con camisetas viejas de rayas de colores heredadas de sus primas y pantalones cortos remendados mil veces por la entrepierna. Pero total, ahí nadie la veía. Nadie de su interés claro, solo venían de visita amigos septuagenarios de la tía abuela.
No había lugar donde esconderse del aburrimiento ni del calor. El calor era sofocante y la humedad del trópico hacía que cada movimiento resultara pesado y lento.
Por las tardes le gustaba sacar del congelador un antifaz de esos relleno de bolitas que le parecía precioso, como si fuera un disfraz de superheroína y al ponérselo fuera a despegar e irse muy lejos de allí en busca de aventuras. Cuando se lo ponía experimentaba una sensación de alivio inmediato mientras las bolitas de hielo se fundían suavemente contra su piel.
Con el antifaz en su rostro, la niña, que ya no era una niña y era más una adolescente, salió al patio trasero y se sentó ante una tapia cubierta de hormigas que hilaban un elaborado patrón con sus movimientos. Fascinada por el espectáculo, las observaba, olvidando por un momento su aburrimiento. La tapia blanca y descorchada tenia multitud de grietas y un moho negro creaba paisajes entre tímidos brotes de malas hierbas que se abrían camino. Impulsada por la curiosidad, decidió seguir a las hormigas que avanzaban hacia el bosque cercano. Con cada paso, el calor del trópico se intensificaba, y las gotas de sudor comenzaron a surcar sus piernas.
Las hormigas finalmente la condujeron hacia un claro en el bosque, donde encontró una antigua fuente de piedra. El agua fresca y cristalina fluía suavemente, y decidió refrescarse sumergiendo sus pies en ella. Aliviada, dejó que el agua fría disipara el calor acumulado en su cuerpo.
En ese momento, la niña, que ya no era una niña y era más una adolescente, se dio cuenta de que no estaba sola.
Cerca de donde estaba ella se encontraba un chico que minutos antes también había estado refrescándose en la fuente y ahora se había sentado en una piedra a descansar con los pies todavía descalzos y frescos. Ante la presencia de la inesperada chica con antifaz se había quedado inmóvil y en silencio pero viendo que ya no era invisible levantó la mano con una sonrisa a forma de saludo .
martes, 30 de mayo de 2023
Una puerta tapiada
Aquellos días no estuve ahí conmigo. Me largué a través de la puerta tapiada de la pared.
Si la intención era sentir las mismas cosas por repetición no funcionó. Mi cuerpo celebró, folló y comió, pero mi cabeza fue la primera en salir corriendo.
Y cuando ésta se fue, se quedaron mis dedos libres para acariciar, ya sin ataduras de la vieja yo.
Yo me vi, tras esos ladrillos de piedra viejos, observando esa nueva yo que ya no me pertenecía, con curiosidad y distancia, como si yo misma fuera una postal de un país inalcanzable al que siempre quise ir.
Me largué, porque en aquellos días supe que debía empezar a danzar y yo nunca bailo.
domingo, 14 de mayo de 2023
Mirarle.
domingo, 23 de abril de 2023
Dos
Tu cabello son anillos.
Son tifones.
Remolinos de aguas oscuras que prometen
(que no amenazan)
a llevarte al fondo del mar.
Son telaraña enmarañada.
Tus rizos de hombre que fue un niño
y lo recuerda,
un nido de pájaros, mullido para acoger y proteger.
Mis dedos son surco y maquinaria.
Son calor buscando madriguera.
Las yemas de mis dedos,
sábado, 1 de abril de 2023
Primavera
Nunca antes me he sentido más guapa y más insegura a la vez. O quizás sí, pero hace tantos años, décadas, que ya no recordaba la sensación.
Mirar la cadencia de mis pies avanzando me entusiasma porque avanzo!. Veo juguetear mi vestido a cada paso. Soy una niña jugando a ser una mujer en el prostíbulo del oeste. Somos las chicas pistoleras. Rubias y morenas.
Las caderas marchan bamboleantes, son unas BoxPok post soviéticas.
Cada vez que mi cabellera vacila, se pulverizan en el ambiente feromonas como si fuera la mismísima primavera en carne, huesos y zapatillas deportivas.
Soy Perséfone, soy Kore, soy Flora, soy Maia, soy Ostara, soy Brigid.
Y todas avanzamos como un ferrocarril, imparables, titánicas, con el vientre rugiendo, con la frente alta, felices.
lunes, 30 de mayo de 2022
Nido de serpientes
ChamoSan |
Esta semana ha ido creciendo exponencialmente mi ansiedad.
Hace días que espero a caer de sueño antes de acostarme para que una vez en la almohada no haya opción de consulta. Pero no lo consigo. Cuando reposo la cabeza en el cojín, todo el ruido que he ido almacenando hace que mi cerebro tome forma de nido de serpientes.
Ideas de color de alquitrán que se retuercen en un nudo continuo y orgánico. Se deslizan estrechando cada vez la lazada, creando un bulto denso sin forma determinada, imposible de saber donde está el planteamiento o el desenlace. Solo nudo.
De momento anidan en mi pues he descuidado el jardín.
Y la única forma de acabar con ellas es prendiéndoles fuego.
viernes, 1 de abril de 2022
El legado de Eva
viernes, 2 de julio de 2021
Europa es gris y sucia.
Tiene 14 años y se llama Hope.
Su madre le puso así intentando que de esta forma todo el
cosmos enviara esa vibración a la vida de su hija. No la llegará a ver crecer.
Un día le dicen que la van a llevar a Europa. Que allí ya trabajará en un bar o si tiene
suerte de modelo, hay muchas chicas como ella trabajando de modelos.
Lo que nunca sabrá (aunque lo sospeche) es que su padre le
ha vendido por una cantidad para nosotros irrisoria que quizás le sirve al
resto de familia para comer el próximo mes y lo que es mejor aún, tiene una
boca menos que alimentar. Hope además, tiene un ojo mas pequeño que el otro y
es de difícil casar.
En un ritual que los blancos no logramos entender le hacen jurar a la chica que no dirá nada de lo que verá y sabrá a partir de
ahora; que siempre estará en deuda con esa gente que le va a ayudar a llegar a
Europa; y si no, cosas terribles pueden llegar a pasarles a su familia, a su
buen padre.
Cruza fronteras desde Nigeria hasta el Líbano. Dentro de
furgones y camiones. De vez en cuando se espabila del
narcótico que le dan para que no esté nerviosa, ni grite, ni llore; y encuentra
a un compañero o compañera muerta a su lado que no ha sobrevivido al calor, la
sed o el hambre que hay en la oscuridad de las cabinas de transporte. A veces son desconocidos, a veces son vecinos
de su aldea. Se habla poco o nada con
los demás.
En el Líbano vive paciente en un campamento de chabolas de
cientos de personas esperando su momento. Allí se enamora y hace el amor por
primera vez.
Una noche vienen a despertarla, sabe que es su momento, coge una bolsa de plástico en la que tiene alguna que otra pertenencia y parte en la noche hacia la playa.
Por el camino unos policías se cobran el peaje de su
cuerpo, pero eso es lo de menos. Ya está
muy cerca y encima esa buena gente que procura por su meta le han regalado un
móvil con el que ponerse en contacto con un “familiar” en tierra firme.
Sube en la balsa con unas 80 personas, más o menos. No puede
saberlo. Una chica más joven que ella
justo en el momento de partir grita muerta de miedo presintiendo la muerte, el
capataz de la patera le pone un machete en el cuello y deja muy claro al grupo
que no está para contratiempos.
El mar es aterrador en la noche. (Esto es lo que más destacan cada una de las personas que narran su viaje migratorio).
La segunda noche en la mar, la barca vuelca, Hope consigue
no morir ahogada asida a un salvavidas que no le había tocado a ella. La
encuentran a la deriva con medio cuerpo quemado por el salitre y el sol. Tendrá esas cicatrices de por vida junto a
muchas otras.
La llevan a un hospital de Beirut y allí se permite llorar
durante horas. Le dicen que ha perdido el bebé del que estaba embarazada.
Vuelve a la casilla de salida, a esperar su turno de nuevo.
Esta vez llegará a tierra prometida. Europa es gris y sucia. Desde Italia
distribuyen a las niñas donde pueden dar más rendimiento, donde la demanda es
más insaciable y menos perseguida.
A ella la envían a Barcelona. Su destino es ser puta en una ciudad de puteros.
Tienen mucho trabajo y “su tía”, así le llama ella y todas
las demás, le pega gritándole fea ya que ella no consigue clientes.
Una noche escucha como las chicas nerviosas se van diciendo
entre dientes “cuidado, son policías secretas”. Hope es muy lista y haciéndose la tonta se
aproxima al coche y dice las palabras más valientes que formulará en toda su
vida:
- Soy menor, ayudadme- .
viernes, 15 de enero de 2021
Diagnóstico 2a parte. La familia crece.
jueves, 12 de diciembre de 2019
Yo no tengo pueblo
El abuelo de mi padre vendía carbón en el barrio chino de Barcelona. Su padre fue chófer allí hasta que perdió un ojo. De los orígenes de su madre sé poco, solo que tenía familia que se dedicaba a la política y parte de su infancia se la pasó en Francia exiliada.
De parte de madre, mi abuela era de familia rica con varios negocios en las afueras de Barcelona.
Lo más parecido a pueblo es Albocasser, Castellón de donde vino mi abuelo materno donde su familia tenía una fabrica de miel. Aunque solo fuimos una vez, yo con apenas 12 años ya fui consciente del ambiente puritano, conservador y sofocante del cual mi abuelo huyó y del cual yo no quise volver.
Ahí estaba yo, completamente desapegada y huérfana de una historia plena de costumbrismos mágicos que era como yo idealizaba la vida en una aldea. Envidiando a la gente que se iba al pueblo en vacaciones.
Me dedicaba mucho a viajar por España seguramente buscando esa sincronía.
Y aquí es donde entra mi águila, aunque ni siguiera sea de la familia. Es un quebrantahuesos.
Fue en el viaje a los pirineos oscenses.
Una naturaleza vasta y omnipotente me golpea sacudiéndome por dentro. Montañas y bosques me ubican en el mundo. Fauna y flora se exponen a mi sin tapujos.
Y en el cielo, el vuelo del quebrantahuesos bajo y lento, con pleno dominio del viento , su silbido largo y penetrante se expande por la inmensa amplitud de los valles y me canta como un mantra que ese es mi sitio.
Debo puntualizar para que comprendáis la magnitud del momento místico, que he estado en parques nacionales de Estados Unidos y que por lo tanto no era que estuviera impresionada tanto por lo que veía, si no por lo que sentía.
Al volver a casa, mi madre me comenta que su madre nació allí. Fue por accidente pues estaban de viaje haciendo una visita de trabajo en una presa que estaban construyendo.
Ese era el dato que necesitaba para hacer encajar las piezas de mi conmoción. Para dejar de experimentar esa sensación de desarraigo que jamás pude compartir por ser consciente de que era completamente irracional. Y aunque sigo sabiendo que es extraño agarrarse a ese hilo de coincidencia lo necesito, como ese ave necesita a las montañas.
miércoles, 23 de octubre de 2019
La mascota
Se pasaba todo el día como un objeto más de decoración sobre la estantería del escaparate entre batidoras, perchas, lámparas y pela aguacates. Tenía ese inquietante aspecto que poseían todos aquellos artículos de estar dentro de una burbuja atemporal y plomiza.
Él también parecía estar cubierto de polvo.
Cada tarde al volver del colegio ahí estaba y era como una extensión del animal de compañía que nunca tuve.
A veces pasaba por delante y no lo veía en su sitio. Entonces pegaba mi nariz bien cerca del cristal para intentar buscarlo en el interior. Escudriñaba entre las chaquetas de borreguito y batas de boatiné ; las sartenes para asar castañas y ollas de estaño colgadas con ganchos deformes sobre las paredes; entre el material escolar decolorado del mostrador.
Y zas! ahí lo encontraba y él me miraba con cara de quien lo han sorprendido haciendo algo que no debía. Con su boca en forma de pequeño circulo (que seguramente era una malformación de nacimiento) parecía que hubiera estado sorbiendo todas las o minúsculas de los cuadernos Santillana del 93.
De un bote saltaba sobre las cajas amontonadas y desaparecía derrapando en la trastienda donde seguramente estuviera la tendera con sombrero de bruja haciendo una maquina del tiempo para traer más cachivaches olvidados a su tienda museo.
jueves, 10 de octubre de 2019
El silencio
Silencio como reino para corregir un mundo demencial.
Ausencia de música, de parloteos vacíos y voces expansivas.
Reconozco que me excito solo de pensarlo.
Mi obsesión por el silencio ha hecho que escriba más y hable menos. Ha hecho que investigue sobre él para constatar que no estoy loca ni equivocada.
El hecho de asumir el silencio por respeto hacia un lugar y una comunidad, San Benito lo llamaba conversio morum suorum. En la adolescencia cuando tube mis primeras crisis existenciales me plantee muy seriamente ser monja, pero solo por la ventaja exclusiva que tienen en sus conventos con voto de silencio.
El silencio es respeto. Es no violar con tus ruidos a alguien que no los quiere escuchar.
Esa gente que ejerce su tiranía con la música, yendo a playas a relajarse con altavoz, esa gente que te pone la radio en el trabajo porque solo así se concentran ellos... esos adolescentes que gritan en un majadero descontrol hormonal.
ESA GENTE desconsiderada y soez.
El silencio como práctica piadosa y de penitencia por todos ellos.
En la práctica yoga, el silencio es un ejercicio llamado "manobratha" con el fin de hablar menos y cuando se haga, se escojan las palabras que tengan más significado. Reaprender a hablar, a comunicarse como es debido.
El silencio es honestidad, reconocer que no tienes nada que decir ni compartir que merezca realmente la pena, asumir que a lo mejor lo tuyo no es importante, ni siquiera interesante para los demás.
Es la coronación de la humildad.
El silencio es mi cordura y mi paz.
martes, 1 de octubre de 2019
Frente de Monegros
Exposición tras recuento de bajas del pelotón femenino de infantería del frente de Monegros.
El 99% de nuestras soldados se encuentran incapacitadas por diversas mutilaciones post-operatorias por heridas de guerra. Se han detectado diferentes tipos de enfermedades respiratorias como bloqueos de tráquea y lesiones en los tejidos pulmonares. Cólicos, quemaduras químicas; taquicardias por la inhalación de cianuro. Otras sin embargo, aunque físicamente no muestren síntomas de contaminación están empezando a enloquecer.
Hacemos constar asimismo que en esta misiva no hacemos recuento de las soldados desaparecidas en la ciénaga.
Incluso Quevedo, el gato que utilizábamos para las avanzadillas murió ayer presentando profundas ulceras cutáneas debido a que su minúscula mascara de gas presentaba alguna que otra grieta.
El panorama aunque pueda parecer desolador no nos resta esperanza y ansias de victoria. Además dentro del bunker sud podemos asegurar la permanencia o posible recuperación de algunas de las reclutas.
Al menos, hoy por hoy alguna de nosotras está bien, así que esa afortunada héroe de la patria partirá mañana a primera línea de fuego sin demora con un fusil y un paquete de Malboro tal como dicta el protocolo.
Mañana también, si aún sigo en pie redactaré un extenso documento sobre los estragos de los piojos mutantes en nuestras soldados.
Esperando abastecimiento material y humano se despide la Teniente Rialto Jefa de operaciones científicas del frente de Monegros.
viernes, 9 de marzo de 2012
viernes, 13 de enero de 2012
13/10/2012. Viernes
lunes, 7 de noviembre de 2011
viernes, 4 de noviembre de 2011
Manifiesto de J.G. Ballard
Creo en el poder de la imaginación para rehacer el mundo, liberar la verdad que hay en nosotros, alejar la noche, trascender la muerte, encantar las autopistas, congraciarnos con los pájaros y asegurarnos los secretos de los locos. Creo en mis propias obsesiones, en la belleza de un choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en la excitación de una playa de vacaciones desierta, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los estacionamientos de varios pisos, en la poesía de los hoteles abandonados. Creo en las pistas de aterrizaje olvidadas de Wake Island, señalando a los Pacíficos de nuestras imaginaciones. Creo en la belleza misteriosa de Margaret Thatcher, en el arco de sus fosas nasales y el borde de su labio inferior; en la melancolía de los conscriptos argentinos heridos; en las sonrisas perturbadas de los empleados de estaciones de servicio; en mi sueño sobre Margaret Thatcher acariciada por ese joven soldado argentino en un motel olvidado, observados por un empleado de estación de servicio tuberculoso. Creo en la belleza de todas las mujeres, en la perfidia de sus fantasías, tan cerca de mi corazón; en la unión de sus cuerpos desencantados con los rieles de cromo de las góndolas de supermercado; en su cálida tolerancia de mis propias perversiones. Creo en la muerte del mañana, en el acabamiento del tiempo, en la búsqueda de un tiempo nuevo en las sonrisas de las mozas de los bares de las rutas y en los ojos cansados de los controladores de tráfico aéreo en aeropuertos fuera de temporada. Creo en los órganos genitales de los grandes hombres y mujeres, en las posturas corporales de Ronald Reagan, Margaret Thatcher y la Princesa Diana, en el suave olor que emana de sus labios cuando miran a las cámaras del mundo entero. Creo en la locura, en la verdad de lo inexplicable, en el sentido común de las piedras, en la demencia de las flores, en la enfermedad reservada para la raza humana por los astronautas del Apolo. No creo en nada. Creo en Max Ernst, Delvaux, Dalí, Tiziano, Goya, Leonardo, Vermeer, de Chirico, Magritte, Redon, Durero, Tanguy, el Facteur Cheval, las torres Watts, Bocklin, Francis Bacon, y en todos los artistas invisibles dentro de las instituciones psiquiátricas del mundo. Creo en la imposibilidad de la existencia, en el humor de las montañas, en lo absurdo del electromagnetismo, en la farsa de la geometría, en la crueldad de la aritmética, en las intenciones asesinas de la lógica. Creo en las adolescentes, en la corrupción que hay en ellas sólo por la postura de sus piernas, en la pureza de sus cuerpos desaliñados, en los rastros que sus partes pudendas dejan en los baños de moteles miserables. Creo en el vuelo, en la belleza del ala, y en la belleza de todo lo que alguna vez haya volado, en la piedra arrojada por un niño pequeño que lleva en sí misma la sabiduría de los estadistas y de las parteras. Creo en la amabilidad del bisturí, en la geometría sin límites de la pantalla de cine, en el universo oculto dentro de los supermercados, en la soledad del sol, en la locuacidad de los planetas, en la redundancia de nosotros mismos, en la inexistencia del universo y el aburrimiento del átomo. Creo en la luz que arrojan las videograbadoras en las vidrieras de las grandes tiendas, en la agudeza de las parrillas de los radiadores en los salones de venta de automóviles, en la elegancia de las manchas de aceite sobre las barquillas de los motores de los 747 estacionados en las pistas de los aeropuertos. Creo en la no existencia del pasado, en la muerte del futuro, y en las infinitas posibilidades del presente. Creo en el desarreglo de los sentidos: en Rimbaud, William Burroughs, Huysmans, Genet, Celine, Swift, Defoe, Carroll, Coleridge, Kafka. Creo en los diseñadores de las Pirámides, el Empire State, el bunker del Fuhrer en Berlín, las pistas de aterrizaje de Wake Island. Creo en la fragancia del cuerpo de la Princesa Diana. Creo en los próximos cinco minutos. Creo en la historia de mis pies. Creo en las migrañas, el aburrimiento de las tardes, el temor a los calendarios, la traición de los relojes. Creo en la ansiedad, la psicosis y la desesperanza. Creo en las perversiones, en el amor obsesivo por los árboles, las princesas, los primeros ministros, las estaciones de servicio abandonadas (más bellas que el Taj Mahal), las nubes y los pájaros. Creo en la muerte de las emociones y el triunfo de la imaginación. Creo en Tokio, Benidorm, La Grande Motte, Wake Island, Eniwetok, Dealey Plaza. Creo en el alcoholismo, las enfermedades venéreas, la fiebre y el agotamiento. Creo en el dolor. Creo en la desesperanza. Creo en todos los niños. Creo en mapas, diagramas, códigos, juegos de ajedrez, rompecabezas, tableros de horarios de vuelos, carteles indicadores de los aeropuertos. Creo en todas las excusas. Creo en todas las razones. Creo en todas las alucinaciones. Creo en toda la rabia. Creo en todas las mitologías, recuerdos, mentiras, fantasías y evasiones. Creo en el misterio y la melancolía de una mano, en la amabilidad de los árboles, en la sabiduría de la luz.
sábado, 6 de agosto de 2011
10 años después.
lunes, 3 de enero de 2011
Las niñas de plástico
Llovieron del cielo, como medusas bailando con la brisa.
Tan hermosas... Reflejando millones de colores en sus pieles de plástico.
Y a Verónica, a Raquel, a Silvia, a Lidia, a Carolina, a Carla, a Virginia, a Tamara, a Montserrat, a Ana, a Penélope, a Emilia, a Desiré, a Ingrid, a Lola y a Bea se les iluminó la mirada.
Las veían caer a cámara lenta, absortas en las formas caprichosas que formaban al hincharse de aire.
Y bailaban, como ellas bailaban cuando llegaba la tarde, caprichosas y burlonas.
Las niñas las desearon como deseaban ser mujeres.
Jugaron a morir como niñas reales.
domingo, 7 de febrero de 2010
Frágil
martes, 12 de enero de 2010
lunes, 4 de enero de 2010
El Plan
Hace días que te estoy regalando mis sueños.
Con alevosía y nocturnidad.
En silencio los dejo caer por el precipicio de la almohada. Llegan rodando a la comisura de tu boca, y al entrar en ella, te hacen sonreír.
Y un día me regalarás tus sueños, pensando que son tuyos, pero no serán más que los míos regurgitados.
martes, 29 de diciembre de 2009
No nacer, como una piedra.
Una vez quise quedarme.
Detrás de los cristales, como una muñeca en un escaparate de navidad.
lunes, 21 de diciembre de 2009
OYE, TÚ!
No es que este mecanismo social sea mejor,
lunes, 23 de noviembre de 2009
Gnomos
Los seres no miden más de un palmo y se esconden con facilidad entre la hierba.
Al principio eran leyenda; llamados por todo el mundo enanos, gnomos o duendes. Poco a poco comenzaron a ser una realidad y ahora son un peligro público.
Son como ratas. Hay cientos.
En general a la gente les repugna aunque también hay organizaciones que actúan en su defensa, argumentando que son una especie homínida, que poseen inteligencia como nosotros.
De todo se aprovechan en la tele, y hoy han metido a tres en la casa de Gran Hermano.
Desde la ventana del autocar también he visto Benidorm, y me ha parecido incluso más sorprendente que la caza del enano.
martes, 27 de octubre de 2009
La Ciencia del Pez Globo
Tengo la cualidad extraordinaria de multiplicar el tamaño de mi ego hasta hacerme intragable ante mis posibles depredadores.
martes, 6 de octubre de 2009
Los muertos no se deben guardar.
Era él.
No había ni una sola emoción que asomara de sus ojos que me conmoviera o inquietara.
Ambulaba por el piso y yo a veces le acompañaba en sus pasos absortos. Pero siempre intentaba esquivar el encuentro con su cara. Esa cara que yo había amado y que era mía.
Era él y había vuelto.